Identidad Borrada, de Garrad Conley

 In Cultura

Cuando tu orientación sexual, identidad o expresión de género están supeditadas a los patrones heteronormativos que imperan en la sociedad, es el momento en el que comienzas a ser consciente de que existen ciudadanos de primera y segunda clase.

Si bien es cierto que, desde la aprobación de la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, el lenguaje y las personas hemos evolucionado hacia el respeto por la diversidad, a día de hoy podemos ver por las calles como la LGTBIFobia va ganando la partida. Y la gana ante quienes hemos iniciado y mantenido la lucha por nuestros derechos, que no son más que los derechos humanos.

 

Terapias de aversión

En infinidad de ocasiones hemos leído cómo la iglesia católica, la de Roma, ha iniciado innumerables terapias para ‘curar’ a quienes defendemos la libertad para amar y para ser. El caso del obispo de Alcalá de Henares es un ejemplo más de la fuerza que tiene aún hoy una secta que controla la voluntad de centenares de miles de feligreses. Y en ese encuadre pero en otro lugar, nos encontramos con el libro Identidad Borrada, de Garrad Conley (editorial Dos Bigotes, Madrid, 2019). En esta novela autobiográfica el autor se desnuda y nos muestra cuáles son los estragos de vivir siendo gay en una familia fundamentalista americana.

Si es duro que tu gente, tu círculo de amistades denigren tanto tu integridad física y moral por tu pluma, que lo haga tu familia tiene una doble garantía de crueldad. Garred tuvo que vivir cómo su padre y su madre se empeñaron en que cumpliera paso a paso con aquello que la sociedad tenía previsto para él: una novia, un trabajo que le diera para mantener una familia futura descendencia que perpetuaran su legado.

En el libro podemos ver cómo el autor demuestra su fuerza, sus ganas de entenderse y quererse tal y como es y superar unas terapias atroces que le llevaron al extremo, casi a la locura. Y es que, al final, la familia biológica no responde siempre con el estereotipo de familia feliz en la que se entiende y respeta qué ame o qué quiera ser cada miembro de la misma.

 

Y, ahora, España

Acercando Identidad Borrada al panorama nacional, podemos comparar la necesidad del fundamentalismo religioso de coartar la diversidad con la extrema preocupación que tiene la ultra derecha para derogar e impedir que existan leyes especificas relativas al colectivo LGTB. Y es que, desde que las voces ultras han tenido un hueco, ya sea en el panorama político o en el mediático, hemos visto incrementados los ataques a personas del colectivo. Ser lesbiana, gay, bisexual o trans hoy día en España es mucho más difícil que hace tan solo un año.

Si defendemos que la salida del armario es el mayor acto revolucionario al que puede enfrentarse una persona, creer que la sexualidad y la pareja, cuando eres LGTB, es algo que solo te compromete en tu esfera privada, es sin duda una posición LGTBIFóbica. Y lo es porque en España sigue existiendo fobia a la diversidad, por mucho que Mónica Naranjo, en una entrevista a El Español, asevere que no existe ni patriarcado ni homofobia en nuestra sociedad.

Ser musa, o antigua musa, del colectivo no te convierte, por tanto, en una persona al menos respetuosa con el mismo. Mónica ha comprado el discurso de quienes nos odian; y lo ha hecho porque ella es «una persona que aleja pensamientos negativos constantemente de mi cabeza”. Añade que “hay una frase que me encanta y dice “el mal, ni para negarlo”. Titular tras titular podemos observar como, quizá de manera voluntaria o menos voluntaria de lo que les gustaría reconocer, un gran elenco de personas que decían defender los derechos de quienes izamos la bandera arcoíris, han comprado parcial o totalmente un discurso antiguo basado en el odio.

 

En definitiva, si seguimos así, estaremos condenadas a leer muchas más Identidades Borradas de las que nos gustaría.

 

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